Sin embargo, en numerosas ocasiones preferimos esconder las responsabilidades debajo de la alfombra y buscar un sucedáneo o una alternativa desculpabilizadora para no abordarlas. ¿Merece la pena? ¿Qué tipo de excusas nos ponemos? ¿Qué papel juega el cerebro en este proceso? ¿Lo acepta la sociedad?.
Tomado de http://www.elblogalternativo.com